lunes, 12 de marzo de 2012

Aparcamientos

Para conocer el carácter de un pueblo, léase país, puede resultar esclarecedor la forma en que sus conciudadanos estacionan sus vehículos en los aparcamientos públicos. Es posible hacerlo con perfección geométrica, centrando el coche en la plaza que ocupa, normalmente de forma rectangular, incluso si para ello fuera preciso realizar algunas maniobras perdiendo unos segundos. También puede estacionarse dejando el automóvil un poco girado, olvidándose de la elegancia que supone el paralelismo, o respetando esto último pero sin centrar el vehículo, pegado quizá en exceso a una línea divisoria, sin pensar en las dificultades que los adyacentes tendrán para abrir las puertas, aunque, eso sí, siempre sin salirse de la plaza que corresponda. Existe al menos otra posibilidad: estacionar ocupando más de una plaza, por lo general dos, sin que al conductor le importe la inhabilitación de una de ellas para el uso por parte de otro coche. Si el aparcamiento público es de pago, podría solucionarse esto cobrándole al que abusa el importe correspondiente a las plazas que ocupó. No significa que estas personas, las que no respetan las líneas de demarcación invadiendo espacios colindantes, no piensen en los demás: a lo mejor son muy solidarias con tribus remotas de desiertos africanos o selvas de Sudamérica, lo que ocurre es que no tienen tiempo para aparcar bien o perder esos segundillos a que nos obliga alguna maniobra debido a una cita inaplazable, como podría ser, por ejemplo, jugar un partido de tenis. De manera que si viajan, y tienen la oportunidad de ver aparcamientos públicos en algún país extranjero, fíjense en la invasión de plazas ajenas, en la elegancia del paralelismo, en los intentos de centrar los vehículos imitando la perfección geométrica. Hagan estadísticas para comparar: quizá les resulte esclarecedor.