Poemas del libro "Álbum de otoño"



OTOÑO


Regresará el otoño
llamando, ya lo sé, de puerta en puerta,
viejo mendigo antes de Navidad
que nos hiere los ojos
abriendo sus harapos
para dejarnos ver su alma de cobre,
y nos pide una risa
o una flor retrasada
o la luz que explotó sobre el rocío
preñando de galaxias toda la hierbabuena.

Regresará el otoño
con sus dientes de paja
de un presunto amarillo que allanase
los rincones del cielo y de la tierra
mordiéndonos las sístoles que brotan
de un amor ya marchito en algún junio.
¿Dónde estarán las fotos
de aquella boda ajena en que bailamos
sin ganas de bailar?
¿Desde cuándo no vemos
el cisne de cerámica
que quiso regalarnos una abuela?
¿Cómo se nos rompió
el espejo historiado
con hojarasca de oro?
¿Por qué nunca es valiente la memoria
y juega al escondite con nosotros,
baraja talismanes y personas
y sueños que se cortan en la noche
para desordenar
la vida como un álbum
conservando tan solo unos instantes?

¿Para qué nos tortura
el otoño con luces satinadas
volviendo como siempre
antes de Navidad para enseñarnos
su alma rota de cobre?





ISABEL


Porque Isabel prefiere el centro urbano
al arrabal pujante y decidido
a conquistar el resto del planeta
yo también me he impregnado con las ruinas
y con la arquitectura de otros siglos,
que echa viejos como si echara moho,
y cafés en esquinas de museos
tan preñados de estatuas que se mueren
por no saber parir mármol ni bronce.

Pero sigo su sombra adonde vaya
y si no hay sombra yo le sigo el rastro,
el rastro de su piel por todo el cosmos.
Si pretende anidar en buhardillas
me haré pintor romántico
que repita obsesivo
su esbozo sobre el lienzo,
si busca apartamento sin balcones
yo sabré convertirme en jardinera
que suplante petunias y geranios,
si baja a los infiernos
no seré guía ni tampoco un ángel
que quiera rescatarla
tan solo un lazarillo que confunda
sus pasos y la lleve
de vuelta a las aceras y a los parques
a audaces pajarillos y a las fuentes
donde beber el agua con sus labios
para sentir su espíritu en el mío.

Porque Isabel no añora los suburbios
yo me quise perder en el asfalto
y hacerme ajedrecista en adoquines
moviéndome entre iglesias solitarias
descubriendo obeliscos y palacios
donde ella no reinó ni yo fui príncipe
que la invitara a un vals,
únicamente pude
conseguir que un extraño nos hiciera una foto
sacando unos jardines y una cúpula,
pero no me importaba
no hay cúpula que iguale sus cabellos
cuando desciende el sol
para buscar su cuna
y yo encuentro un segundo su sonrisa.

Porque Isabel prefiere el centro urbano
yo seré lluvia que le limpie el aire
y aire que aleje toda la hojarasca
y hojarasca que invente árbol y selva
y selva para huir
con nuestros corazones
unidos divisando el universo.